Le pasa cada vez lo mismo que está a punto de dormirse. Una sed aprensiva no lo deja meterse bajo las sábanas. Un temor indescriptible le impide moverse.
Uno, dos, tres... si bajo contando mis pasos no me verá y podré llegar hasta la cocina y servirme un refrescante vaso de agua.
Uno, dos, tres... si bajo contando mis pasos no me verá y podré llegar hasta la cocina y servirme un refrescante vaso de agua.
Sus pies se niegan a obedecerlo y la sed continúa implacable.
Pensaré en el baile del domingo, en el traje azul, en las mancuernas de plata que adornarán mi camisa. Así iré entretenido y no habrá manera de verlo.
Con esfuerzo se incorpora. En el umbral de la puerta alarga la mano rompiendo el miedo. La luz lo recorre por un segundo y sed proyecta en el espejo que le devuelve su imagen. Del rayo no registra el daño su cabeza y cae inerte al vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario