lunes, 11 de abril de 2011

LA LUZ DE DORIAN GRAY

Le pasa cada vez lo mismo que está a punto de dormirse. Una sed aprensiva no lo deja meterse bajo las sábanas. Un temor indescriptible le impide moverse. 
Uno, dos, tres... si bajo contando mis pasos no me verá y podré llegar hasta la cocina y servirme un refrescante vaso de agua. 

Sus pies se niegan a obedecerlo y la sed continúa implacable. 

Pensaré en el baile del domingo, en el traje azul, en las mancuernas de plata que adornarán mi camisa. Así iré entretenido y no habrá manera de verlo. 

Con esfuerzo se incorpora. En el umbral de la puerta alarga la mano rompiendo el miedo. La luz lo recorre por un segundo y sed proyecta en el espejo que le devuelve su imagen. Del rayo no registra el daño su cabeza y cae inerte al vacío. 
 

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